Crítica
Argentina
Martín Páez Molina
Jul24,2018
“Este barrio me hace acordar a mi infancia. Falta mi viejo, nada más…”.
La primera impresión que le provoca la prisión de San Onofre al personaje Mario Borges, en El Marginal 2 por la Televisión Pública de Argentina (en fecha próxima disponible internacionalmente por Netflix), conmueve y hasta estremece. Las descargas verbales de “Marito” van de la melancolía levemente socarrona -aquí revelando su extracción social- al insulto soez. Su frase, soltada como quien se saca de encima la pelusa de un saco, refiere a aquello que conocen muy bien ya los seguidores de la primera temporada de la serie, “la villa”.
Se dice villa por estos lares a los barrios pobres y precarizados (antes proletarios, destituidos ahora de tal dignidad). Donde “rústico”, en no pocos casos, es concesivo. Más bien, entramado caótico de cemento, chapas, lonas, sogas, cables y maderas, en los márgenes de la ciudad pero no disociado de ella, donde sus moradores deben medirse ante la mera intemperie. La cárcel apenas se distingue del medio social y urbano donde vienen de apresar a Borges, a su hermano Diosito (notables actuaciones de Claudio Rissi y el uruguayo Nicolás Furtado, respectivamente) y demás laderos. La ficción, en este regreso, pone en entredicho el mito burgués de la cárcel como “reformador”, como correctivo de conductas, para plantear una perturbadora idea de continuidad, de indiferenciación socio-penal o, peor aún, socio-criminal.
Los reclusos llegan así a San Onofre como si volvieran a su casa. Allí donde debería haber un corte institucional, redentorista, hay un sistema perverso de intercambios entre los presos -empleados en una cadena de comercio venal que va del “pirateo” de rutas, al negocio de los secuestros extorsivos o venta de drogas al menudeo- y los propios directivos del penal, donde vuelve a lucirse Gerardo Romano:
- “Me queda poco margen de muertos…”,
le dice Antín (Romano) al guardia Capece (Jorge Lorenzo), sin el menor atisbo de metaforización, como solazándose incluso en la literalidad brutal de su aserto. Le está comentando la inconveniencia de no pasarse de la raya en los cotejos pugilísticos vale-todo entre presos, promovidos no solo como espectáculo “recreativo”, como oportunidad de ajuste de cuentas entre bandas, entre dos “que se la tienen jurada”, sino ante todo como mercado de apuestas. Uno de los dos, en efecto, acabará muerto (y Antín cobrará su buen pálpito).
Por lo que se vio en el primer episodio de esta segunda temporada de El Marginal (8 X 1 hora, martes a las 22:00 por la TV Pública, con repetición los domingos y episodios ya transmitidos accesibles en la plataforma gratuita www.cont.ar), el regreso de la premiada ficción -coproducción con Underground- parece extremar el borramiento de contornos entre el adentro y el afuera de la cárcel. Si podemos convenir en que hay algo así como un “drama carcelario”, entendido como subgénero televisivo, El Marginal somete a prueba las convenciones, donde la misma noción de “encierro” -que parecería inherente al formato- se problematiza de un modo que no se ve, por caso, en programas congéneres como Prison Break (Fox) o Vis a vis (Globomedia).
Puede que esto no sea más que apuesta estética, sin imbricación dramática, al menos relevante. Eso se verá con el transcurso de la historia. En tal sentido pueden jugar un papel importante los personajes que vienen de la otredad, munidos de otros saberes, como ya se pudo ver en la primera temporada. Notablemente la trabajadora social Ema (en esta precuela se presenta como “la licenciada” Molinari, rol que asume Martina Gusmán), o el médico que encarna Esteban Lamothe, una de las incorporaciones al elenco. Gusmán supo dotar a su Ema, unida entre la atracción y el recelo al policía encubierto que interpretara Juan Minujin en la primera temporada, un sólido sostén dramático a su condición de flagrante extranjería en el entorno de San Onofre (idealista, sensible, firme en su estima como profesional y mujer, en un presidio donde prevalecen los valores opuestos). Del personaje de Lamothe poco sabemos, apenas que se ha visto acusado por un crimen que no cometió. Pero ya en el primer episodio es objeto de un intento de violación por parte de otros presos e interviene para salvar la vida de Marito, tras una tremenda golpiza que recibiera de uno de los guardias. Como se sabe desde “El matadero”, el cuento de Echeverría en los albores de la ficción narrativa argentina, venir “de otro palo”, irrumpir en el lugar equivocado, se puede pagar caro.
En el ensamblede estos personajes del afuera puede residir alguna clave para repetir el éxito de audiencia de El marginal, así como el refrendo de buena parte de la crítica. De lo contrario, la tentación de la recursividad en caracteres demasiado acusados, el rigorismo verbal, el consabido estiletazo insultante y la violencia como espectáculo pueden conferir a la serie de mayor impacto y probablemente más visionado, aunque a riesgo de comprometer su sustancia dramática.
Ficha técnica
Producción: TV Pública y Underground
Una producción de Sebastián Ortega
Historia original: Adrián Caetano y Sebastián Ortega
Autores: Silvina Olschansky y Guillermo Salmerón
Guión: Andrés Pascaner y Nicolás Marina
Producción ejecutiva: Leandro Culell y Pablo Flores
Dirección: Israel Caetano (capítulos 1 y 2); Alejandro Ciancio (capítulos 3 a 8)
Protagonistas: Nicolás Furtado, Esteban Lamothe, Martina Gusmán, Claudio Rissi y Gerardo Romano. Actor invitado: Carlos Portaluppi. Actuación: Abel Ayala. Participaciones especiales: Roly Serrano y Verónica Llinás. Elenco: Diego Cremonesi, Brian Buley, Ignacio Sureda, Roberto Vallejos, Jorge Lorenzo, La Joaqui, Ana Garibaldi, Rodrigo Noya y Daniel Fanego.
Tema original: El marginal, por Sara Hebe.
Dirección de fotografía: Sergio Dotta. Dirección de arte: Julia Freid y Cecilia Erratchu. Vestuario: Carla Moure. Maquillaje y peinado: Andy Sanzo. Dirección musical: Erik Bobbo y Murcy Buscayrol. Sonido: Celeste Palma. Cámara: Martín Pels y Martín Fisner. Post producción audio: Natalia Toussaint. Coordinación de producción: Andrea Ganassa. Casting: Vanina Martorilli y Johanna Weinstein. Montaje: Guille Gatti y Marina Quiroga. Coordinación de post producción: Fabricio Rodríguez. Asistente de dirección: Alejandro Ciancio y Estela Cristiani. Productores de set: Rafael de las Carreras y Rodrigo Paz.
Rating del primer episodio
Los resultados del primer martes de la serie, en principio, son prometedores: logró 9.6 puntos de rating según Kantar Ibope Media, con pico de 11.4 en la medición minuto a minuto, fue el segundo programa más visto en su franja en la TV abierta argentina y superó con holgura el debut de la primera temporada en 2016 (2.2 de rating promedio).