Entrevista
A.Latina
The Daily
Jun27,2018
El escritor y guionista venezolano Alberto Barrera Tyszka ya es un nombre con brillo propio en la ficción televisiva latinoamericana. Con amplia carrera en su país de origen, Argentina, Colombia y, fundamentalmente, en México, como escritor de varias telenovelas de TV Azteca, trabaja actualmente junto a Sony Latinoamérica en una serie que se llamará La conquista. Además, viene de desarrollar la historia de la súper serie Nada personal, de 80 episodios y con producción de TV Azteca, estrenada el mes pasado para el público internacional a través del canal AZ Mundo. Se trató de un desafío importante, pues hubo que reversionar un viejo éxito de Azteca de los años ’90, la telenovela homónima, que batió récords de audiencia y cimentó desde entonces el posicionamiento del canal mexicano como competidor de fuste de Televisa.
The Daily Television entrevistó a Barrera Tyszka en la Ciudad de México para hablar particularmente sobre la experiencia de Nada personal (la historia de una mujer que es testigo del asesinato de periodistas), además de sus otros proyectos televisivos y su visión sobre el momento actual de la industria.
Cuéntanos sobre la experiencia de Nada personal…
En realidad tratamos de hacer una historia que fuera el mismo concepto de aquella telenovela, pero que no fuera la misma historia. El canal, por otra parte, no tenía los derechos de la historia. Así que, ¿cómo hacemos una historia que tenga el mismo concepto, que mezclara periodismo, política, momentos de amor y asesinato? Por otro lado, al revisar la historia original de hace 20 años, me sorprendió los pocos personajes femeninos que había, y la poca fuerza que ellos tenían. Así que quise hacer algo que tuviera más personajes femeninos, que tuviera más ritmo de serie, esto es, donde la historia de amor no sea algo tan importante o fundamental. Esta es una historia de amor más libre, manejada no en los términos de la telenovela rosa, conservadora, y que permite también ser moralmente mucho más laxa, que es lo que te da la serie. La telenovela está concebida todavía como un espectáculo familiar, y eso hace que tenga ciertos “criterios editoriales”, por decirlo así. Las series no. Las series te permiten mucha más libertad. Se cumplían 20 años del canal y, partiendo de ese hito para el canal, queríamos hacer algo importante y un poco jugar con eso y tratar de ver si se podía relanzar un proyecto de ese estilo. Así que lo planteamos un poco con los mismos arquetipos de esos personajes, un policía y un periodista peleados por una mujer, y un centro de poder enorme, oculto, ligado a la política. En este caso nosotros nos metimos también con el tema de las tratas. El tema de la trata de mujeres es muy importante en México y representa, dentro del crimen organizado, unas cifras de dinero impresionante.
¿Qué otras diferencias con el original?
La telenovela original tenía unos juegos que aquí no hicimos, que eran unos referentes políticos más diarios y cotidianos. Había incluso un personaje y un actor muy parecido a Carlos Salinas de Gortari (entonces presidente de México). De alguna manera en el original se aprovechó como referente el asesinato de (José Francisco) Ruiz Massieu, y eso estaba fresco en la sociedad mexicana y se trabajó un poco con elementos de ese diálogo, de esa realidad. A ese nivel, esta versión tuvo mucha menos relación directa con lo político.
En aquellos años, imagino, debe haber sido una apuesta arriesgada incluir temáticas políticas en una telenovela…
De hecho era la primera vez que se intentaba un tipo de telenovela más “política”, entre comillas. Pero, también hay que decirlo, en ese momento TV Azteca tenía una imagen de cambio, de novedad. México era el país donde todavía dominaba el PRI, donde todavía dominaba Televisa, y ambos “dinosaurios” llevaban décadas ahí. Y de repente, TV Azteca empieza en un canal nuevo y capitalizó la imagen de cambio, y la gente se volteó a ver qué va a pasar con este canal nuevo, ¡por fin hay un canal distinto a Televisa!, y en ese sentido, pues, como que todo cuadró muy bien... Era una novela en la que aparecían cosas políticas y además estaba trabajada en términos de lenguaje de manera distinta. Y además en términos de imagen, de producción...
En Venezuela, y otros países de la región, ¿cómo resultó?
En Venezuela pegó bien, en Perú también, creo, claro que sin que fuera un suceso como lo fue en México. Yo creo que para los países de la región, la telenovela podía parecer lenta porque sí tenía un ritmo de grabación y una estética que podía ser como lenta. Tenía un poder muy importante en el diálogo con el contexto mexicano, interno, porque tenía que ver un poco con las noticias. En algunos países funcionó bien, en Colombia, Venezuela y Perú…
Siempre con la versión mexicana…
Así es, con la versión mexicana. Estamos hablando de los años ‘95, ’96. La compra de formatos, y la producción en territorio propio, es posterior. En aquel tiempo simplemente se retransmitía y en eso México tenía la ventaja de que ya había una transmisión, desde El Chavo del 8, películas y todas la telenovelas de Televisa, y de esa manera los países de Latinoamérica ya estaban acostumbrados a que los mexicanos fueran un poco local.
¿Te une actualmente algún otro proyecto con TV Azteca?
Ahorita no, Azteca tengo entendido en estos momentos no tiene planteado producir ficción. Creo que se están repensando los grandes canales. Igual que Televisa, que está repensando cómo hacer sus contenidos. ¿Y por qué? Porque la televisión abierta en general parece que tiene un solo destino, que es perder audiencia, digamos. Un problema que tiene que ver con la audiencia y las plataformas y la tecnología. Y ahí todos los canales están obligados a reinventarse, porque todavía son canales diseñados en el siglo pasado como enormes monstruos, con muchos estudios, que necesitan sindicatos –por la cantidad de empleados que tienen-. Y el mundo ha cambiado totalmente y entonces esos canales se reinventan, porque así no pueden seguir.
Los canales de algún modo pierden margen de acción.
Es que todo el poder estaba en el canal. El canal era el que definía los horarios y los contenidos. El canal era el que decía que el primetime es en esta franja, y a esta hora es la telenovela y el humor toca a las 10 de la noche… Cuando se produce la revolución tecnológica, ese poder se transfiere al usuario, que ya no es el que tiene el control remoto y puede cambiar de canal, sino el que puede bajar el contenido que quiera, a la hora que quiera y verlo como quiera. Bueno, eso deja algo desnudos a los canales, porque todo el poder lo tiene el usuario y el usuario decide qué ve, cómo lo ve, cuándo lo ve y en qué formato lo ve. Los jóvenes hoy en día, menores de 25 años, ven todo en teléfono. Al paso que vamos la palabra televisión va a desaparecer. Digamos, porque no van a existir.
Cuéntanos tu proyecto junto a Sony Latinoamérica.
Estoy trabajando una serie que se llama La Conquista, una historia de ficción ambientada en la mitad del siglo XVI. Y un poco en la onda de estas súper series que se plantean ahorita en América Latina y que no pueden ser llevadas adelante por una sola productora o por un canal, sino que forman parte del juego de las asociaciones. Eso ha cambiado mucho la manera de trabajar. Cada quien tiene o presenta una idea, entonces… a ver a quién se busca para coproducir. Y es interesante porque es una propuesta para arriesgarse juntos en todo tipo de temas, de dinero, de contenido, y eso ha obligado a que haya también un tipo de lectura distinto, lo cual me parece interesante…, un tipo de evaluación. Las empresas tienen unos comités de lecturas y de análisis de contenidos que no tenían antes, más cercanos a los equipos de escritores, al showrunner, a quien acompaño o no, ahí empieza a haber otro tipo de figuras que antes no existían.